Punto y Aparte
Guanajuato, la cuna de la Independencia, tiene un verdadero tesoro en cuanto a su gastronomía se refiere, ya que, además de conectarnos con nuestra historia, cultura y raíces, contamos con un pilar muy fuerte que es nuestra herencia: nuestras cocineras tradicionales. Gracias a estas mujeres, los platillos tradicionales que tenemos en el estado han sido transmitidos de generación en generación, y con sus manos mantienen vivas las recetas que nos han dado nuestra identidad.
Ellas no solo nos ofrecen una experiencia gastronómica, sino que además nos brindan una lección de vida, historia y cultura. En lo personal, a mí me ha tocado convivir en muchísimas ocasiones con ellas, y es un deleite como te platican a fondo sobre los ingredientes endémicos de la región, las historias de cómo sus abuelas y mamás les fueron transmitiendo todos los conocimientos. Incluso me ha tocado ver cómo ellas les transmiten a sus hijas sus recetas, técnicas y recuerdos de la infancia.
Lo que más me impresiona de ellas es que, a pesar del paso del tiempo y los cambios en la sociedad, estas mujeres siguen siendo guardianas del conocimiento ancestral. Gracias a ellas, hoy en día podemos presumir nuestra gastronomía a todo el mundo, a través de cada platillo que sigue vivo gracias a su dedicación y amor por la cocina.
Como chef, les he aprendido mucho, sobre todo a amar la tierra, la milpa, los ingredientes, los fogones, la leña y todos sus procesos. Y, sobre todo, me han enseñado a valorar lo que somos y de dónde venimos. En pocas palabras, las cocineras tradicionales han sido grandes maestras para mí y me han enriquecido al hacerme sentir la identidad de nuestro estado.
En resumen, gracias a esta columna quise hacerles un tributo para que todos sepan valorarlas y así mantener vivas las tradiciones a través de sus recetas, llevando en alto el nombre de Guanajuato.