Hablando en Serio/ Santiago Heyser Beltrán
El recuerdo más lejano sobre uno de los deportes de mis amores, se ubica a mediados de los 60, en Fórmula1, del canal 4 de Telesistema Mexicano.
Un amigo de la secundaria, Armando Flores Martínez, contestó correctamente una trivia del programa y me pidió que lo acompañara a recoger un premio que se había ganado.
A las instalaciones de la televisora, en Chapultepec 18, entrabas como si nada; sólo decías el motivo de tu visita. Nos acompañaron hasta el estudio, que era uno de los más pequeños.
En un espacio de no más de 4×4, con paredes y piso negros, desde una única cámara multipropósitos, se mostraban al locutor comercial sus textos, con cartelones escritos a mano (el telepromter de la prehistoria).
El conductor era un joven llamado Rodolfo Sánchez Noya, quien atestiguó y narró para radio el accidente fatal de Ricardo Rodríguez, en 1962.
No se le iba una sola de las carreras que se realizaban en el entonces Autódromo de la Magdalena MIxhuca, inaugurado en 1959.
A nivel nacional, cubría regularmente la México-Acapulco, el Rally de las 24 Horas y la Valle de Bravo-Bosencheve, entre otras.
Más adelante, estaría presente en el triunfo de Pedro Rodríguez en las 24 Horas de Le Mans en 1968.
Nos pasó al aire y preguntó:
-De dónde vienen chavos
-De la colonia Roma- contestamos con amplia sonrisa frente a la cámara.
Tras darnos una cordial bienvenida, nos entregó sendas latas de aceite automotor –yo incluido- y continuó su transmisión.
Sin saberlo, ese fue el primer contacto de una amistad entre Rodolfo y quien escribe, que con el tiempo nos llevó a realizar juntos innumerables giras europeas; trabajar en el Mundial México 86, y el Gran Premio de México de Fórmula 1 de ese mismo año, además de otras muchas aventuras.